Tras los atentados del 11 de septiembre de 2001, el presidente George W. Bush ordenó la invasión de Afganistán.
Expertos advierten que en aquellos años se usó el pretexto de una supuesta “guerra contra el terror” para invadir un país rico en recursos naturales y con una posición más que estratégica en la región.
Sin ir más lejos, el estadounidense Lawrence Wilkerson, exjefe de personal de Colin Powell, así lo confirmó.
Los resultados de aquella invasión, que hoy parece escandalizar a los mismos medios que avalaron y justificaron la medida de Bush, son elocuentes. La propia ONU sostiene que estas dos décadas han dejado millones de desplazados, miles de muertos y heridos, de los cuales la mayoría son civiles. Lo más impactante: Al menos 26 000 niños y niñas asesinados o mutilados.